Palabras para ti

Nolstangia

Allí estaba ella. En su cuarto encerrada. ¿Cómo había dejado pasar aquellos días? Había sido una tonta… No se había dado cuenta de lo que tenía, hasta que lo perdió todo de una. Aquellos días… En Hogwarts todo había sido feliz. Estar con Lily… Si, definitivamente Lily Evans era la amiga que guardaba en su corazón. Rechazar a los merodeadores y hacerles bromas, hacer enfurecer a McGonagall… Extrañaba esos momentos, de verdad que los quería de vuelta, pero no podía ser así, por el simple echo que el tiempo había pasado, y en eso no había vuelta atrás.

Lily había sido feliz, claro, ella se había fiado, talvez ciegamente, pero se había fiado, y le había ido muy bien. Ahora tenía un hijo de unos 2 meses, y era una de las personas más felices.

-Porque no hice lo mismo que Lily? Porque no le dije que si a Sirius?- se dijo a si misma Mary, deseando volver en el tiempo y cambiar aquel momento en el que ella había rechazado las flores. También para cambiar la contestación que le dio cuando le preguntó "Mary McDonald, quieres ser mi novia?", para contestar un "si" en su lugar…

Tal ves en este momento estaría con una sonrisa de oreja a oreja, y, talvez, tendría en sus brazos a un bebé. Talvez no hubiera tenido que enterarse de la existencia del hijo de su mejor amiga solo por cartas, y talvez podría haberlo visto… Solo talvez.

Pero por miedo, ella se había negado, y había marcado su vida para la peor forma. Ahora no podía dar la cara de la vergüenza.

Ahora, al lado de la ventana, se lamentaba mientras miraba unas fotos de su estancia en Hogwarts. Porque lo había amado a pesar de todo. Si, había amado a Sirius Black. Pero ahora solo había en ella lugar a un sentimiento: Nolstangia, y seguramente arrepentimiento, por no haber echo lo que le mandaba el corazón.

Extravagante

Su cara no mostraba la expresión más normal. Su ropa tampoco era normal. Su sonrisa era… parecida a la del gato de "Alicia en el País de las Maravillas", de Lewis Carrol. De hecho, anda en la habitación era normal.

La joven de 20 era linda a su manera, y su mascota, una perrita, la seguía, la seguía a todos lados.

—Ven Keisi, querida—le dijo Verónica. Empezó a caminar hasta el living. En la mesa había varias cosas extrañas. Una era una cámara y un álbum de fotos. La otra… parecía un recipiente hondo y unos ingredientes extraños.

Vero se sentó en una silla que había cerca de la mesa donde estaban todas las cosas. Luego metió algunos ingredientes en el recipiente. Tarareaba una canción, y, obviamente, no era normal. Camino hasta que llego al lado de unas ropas que reposaban en una mesa, al otro lado de la habitación. Se las puso y acentuó su sonrisa.

—La, la, la— terminó de cantar la muchacha la canción de esa película fantástica de brujas y magia. Prendió la cámara y la puso en automático. Rápidamente, se sentó y agarro un diploma que decía en letras doradas:



Certificado de Brujería y Locura



Verónica Swam ha cursado las dos materias generales de la academia y las ha pasado exitosamente.

LA DIRECTORA DE LA REAL

ACADEMIA DE BRUJERIAY LOCURA.

Luego de que la primera foto fuera tomada, se tomo otra haciendo como que preparaba una poción. Al terminar, vio las fotos que habían salido impresas de la cámara y sonrió muy satisfecha. Al parecer, esas fotos habian salido tal cual ella había querido. En ellas aparecía una bruja, con sus pociones y calderos.

Se cambio y se puso ropa normal. Luego se fue a dormir, pensando que ese día había sido muy productivo.

Al día siguiente, les llevo las fotos a sus ex-compañeras de colegio. Estas quedaron muy sorprendidas e impresionadas.

—Ahora—dijo Vero, sonriente—No podrán negar que Verónica Swam es única. Y ser única significa ser rara, excéntrica, en realidad. Al menos eso pienso yo.

Las demás asintieron, sin saber que objetar.